jueves, 17 de marzo de 2016

El sueño feliz (parte 6)

"El sueño feliz"

Extractos del seminario celebrado en la 
Fundación para Un Curso de Milagros (FACIM
en Temecula (California) 

Kenneth Wapnick


Parte 6

El final del sueño

Quiero que ahora pasemos a mirar un pasaje de "Los regalos de Dios", el poema en prosa que se encuentra en la parte final de la obra poética de Helen llamada también Los regalos de Dios. Este material consistía originalmente en una serie de mensajes que fueron llegando a lo largo de varias semanas para confortar a Helen en una época en que ella estaba atravesando una etapa de mucho estrés y ansiedad. Vamos a ver la sección titulada "El final del sueño", que fue escrita durante el segundo o tercer día de esta difícil época de Helen. Lo que provocó estos mensajes fue básicamente un no-evento que terminó en un solo día, pero los mensajes continuaron llegando en los días y semanas posteriores. Yo los coleccionaba y guardaba, pues estos mensajes parecían formar todos parte de una misma pieza. Tiempo después de que Helen muriera, fueron publicados como un poema en prosa (escrito como prosa, pero en verso blanco).

Como mencioné antes ((al principio de la parte 2)), este escrito es un espléndido resumen de todo el Curso. La parte que vamos a discutir ahora tiene que ver con los dos sueños de los que hemos estado hablando. Empezamos con el primer sueño, el sueño de la mente. Esta parte aborda concretamente el error al que me referí brevemente al principio: confundir el sueño feliz con algo externo ((algo mencionado directamente en la parte 1, aunque en las partes siguientes se evoca el tema de nuevo, de modo menos directo)). Esto ayuda a explicar y a profundizar en la idea de por qué hacemos esto.

"El final del sueño", Los regalos de Dios, al final de la página 119 ((de la edición en inglés; o en español, puede leerse la parte "Los regalos de Dios" que está en prosa en el siguiente documento en PDF de 9 páginas: https://nytz.files.wordpress.com/2015/12/los-regalos-de-dios-prosa-helen-schucman.pdf y en esa numeración de páginas, la parte que Ken Wapnick está comentando comienza a partir de la página 4, justo desde el final de esa página 4)):

Las ilusiones se construyen como sustitutos de la verdad, para la cual ningún sustituto es posible.

Esto es una manera de decir que la diminuta y alocada idea de estar separado de Dios fue un intento por nuestra parte de sustituir a la verdad, pero no puede haber ningún sustituto para la verdad, lo que significa que no hubo separación.

El Creador separado de la creación fue la primera ilusión, de la cual nacieron todos los regalos del miedo. 

Todas las expresiones de miedo que tenemos, tuvimos o tendremos en cualquier momento del tiempo desde el principio hasta el final, surgen de ese pensamiento original de que la creación puede separarse de su Creador; de que las ideas pueden abandonar su fuente.

Pues ahora la creación no puede ser como su Creador, Quien nunca podría abandonar lo que Él Mismo creó como parte de Él. 

En otras palabras, la creación está ahora separada. Ya no es una parte de la Unidad Viviente; está aparte de la Unidad Viviente [perdón por el juego de palabras ((el juego de palabras es más pronunciado en inglés, al comparar "a part" ["ya no es una parte"] con "apart" ["está aparte", o "es un aparte"]))]. Si el Creador "nunca podría abandonar lo que Él Mismo creó como parte de Él", entonces la separación nunca sucedió.

Ahora debe haber un sustituto para el amor, que no puede tener verdaderamente un opuesto, y siendo todo, no puede tener sustituto. 

En el Curso, el sustituto del amor es la relación especial. La relación especial original, y de hecho la única relación especial, es nuestra relación con el ego. Eso es el sueño original, el sueño secreto, y en realidad ese es el único sueño. Todas nuestras relaciones especiales que mantenemos en apariencia aquí en el mundo como cuerpos relacionándose los unos con los otros, son simplemente proyecciones fragmentadas en la forma de la única y original relación especial. Esa relación especial o sueño secreto es el sustituto original del amor.

Así se hizo el miedo, y con él vino la necesidad de regalos para prestar sustancia a un sueño en el que no hay sustancia. 

Este es el sueño del pecado, la culpa y el miedo. Nuestro pecado fue sustituir al amor, fabricando nuestra propia versión y por lo tanto destruyéndolo. Nos quedamos abrumados por la culpa y creímos que merecíamos ser castigados. Así nació el miedo. Esta es la base del sueño del mundo. El sueño del mundo da sustancia, forma y concretiza la creencia original de que podemos encontrar un sustituto para el amor. Como resultado de eso, nos llenamos de miedo ante la más que posible venganza del amor, que creemos que nos castigará. Ahora tenemos "la necesidad de regalos para prestar sustancia a un sueño en el que no hay sustancia". El mundo parece ser la prueba de que la separación sucedió, porque aquí todos estamos separados —nuestros cuerpos nos dicen que estamos separados. Esa es la "sustancia" a la que nos estamos refiriendo. ((En otras palabras, la "sustancia" a la que nos referimos es el sueño del mundo, el cual parece "demostrar" o dar sustancia al sueño secreto, el cual no tiene sustancia o significado per se (por sí mismo), pues en realidad nunca ocurrió y depende de que en algún nivel creamos que es cierto)).

Ahora el sueño parece tener valor, pues sus ofrecimientos aparentan esperanza y fuerza, e incluso amor, aunque sólo sea por un instante. 

Esto se refiere a nuestro viejo amigo, el amor especial. Así parece que nuestras necesidades se satisfacen. Parecemos tener momentos de éxtasis, de placer y de satisfacción, en los cuales todo parece rodar bien: las piezas del puzzle de nuestra vida parecen encajar. Se cubren nuestras necesidades y, una vez más, hemos conseguido demostrar que tenemos razón y que Dios está equivocado. Recuerda, el propósito del sueño es demostrar que tenemos razón, que la separación es real, que Dios se equivoca, y que la unidad es una mentira. El sueño del mundo parece dar testimonio de esto. Por eso invertimos tanto en que este mundo funcione, en hacer de este mundo un lugar espiritual, en llevar Un Curso de Milagros y a Jesús al mundo para que el mundo se convierta en un lugar espiritual. Invertimos en todo esto porque eso confirmaría que existimos. Ocultamos nuestra culpa cubriéndola bajo un velo de espiritualidad: soy tan santo y tan espiritual porque soy estudiante de Un Curso de Milagros, o un estudiante y devoto de la Biblia. Soy un cristiano tan fiel (o un judío, musulmán, hindú o lo que sea)... y con esta actitud la visión original se deteriora muy rápidamente encerrándose en la forma, en el ritual y en el especialismo.

Ellos contentan al asustado soñador por un rato...

Nuestros sueños de amor especial nos contentan por un rato porque parecen funcionar. Lo que también nos contenta por un rato son nuestros sueños de odio especial, en los que nos encanta odiar, juzgar, encontrar defectos y criticar. Nos sentimos muy bien cuando identificamos y destruimos al enemigo, independientemente de que lo hagamos en el contexto de un jefe de estado declarando la guerra a otro grupo o nación, o en el contexto en que como individuos nos ponemos en pie de guerra contra personas de nuestra familia, de nuestro círculo de amigos, entre colegas del trabajo, y cosas así. Así es como los sueños especiales, los sueños del mundo, parecen funcionar y aparentan hacernos felices, al menos por un tiempo.

Ahora aquí está la clave:

(...) y no le dejan recordar el primer sueño que los regalos del miedo le ofrecen de nuevo.

Los regalos del miedo del especialismo en este mundo nos ofrecen el sueño secreto, pero eso no lo recordamos. ¿Cuál es la esencia del sueño secreto? La esencia es que mantengamos nuestra separación pero que culpemos a algún otro como responsable de ello. En el sueño secreto ese "otro" es Dios —Dios es el pesado, el matón, el opresor, el origen de nuestras molestias. Una vez que proyectamos eso hacia fuera de la mente, mantenemos nuestra existencia separada como un cuerpo y entonces todos los demás cuerpos que interaccionan con el nuestro en nuestra vida —empezando por nuestros padres y después todos aquellos con quienes nos cruzamos en nuestra vida— son responsables en nuestro lugar. Ellos lo son —y no importa quiénes sean "ellos"—, ellos son los únicos responsables. Nosotros conservamos el pastel de separación de nuestro ego, nos lo comemos y nos divertimos con él, pero todos los demás morirán por el veneno del pastel. Esta simple frase nos indica el propósito del mundo. ((El pastel del ego es la separación; el veneno del pastel es la culpa y sufrimiento que implica siempre la separación; al elegir el pastel [la separación] estamos eligiendo sufrir las consecuencias de su veneno [incomodidad, culpa, sufrimiento, limitación], pero como no queremos asumir la responsabilidad por haber elegido el pastel [la separación: haber destruido el Cielo] entonces les echamos la culpa a otros, por lo que en cierto modo es como querer mantener el pastel e incluso comérnoslo, pero esperar que su veneno afecte solamente a los demás, y nunca a nosotros mismos)).

El aparente consuelo de los regalos de las ilusiones [del especialismo] son ahora su armadura y la espada que esgrime para salvarse a sí mismo de despertar.

¿Qué sucede si me despierto? El sueño desaparece; mi ser desaparece y estoy de vuelta con el Dios al que nunca abandoné. ¿Qué me dice que no estoy de vuelta con Dios? El sueño secreto. ¿Qué es lo que protege al sueño secreto? El sueño del mundo, los sueños de especialismo del mundo. Recuerda, el propósito lo es todo. Los sueños del mundo suponen una tremenda inversión en el cuerpo. Y cada aspecto de la vida corporal, sea a nivel físico y/o psicológico, tiene como objetivo proteger el sueño secreto, lo cual protege el hecho de que jamás tenemos que reconocer que nunca salimos de casa, porque el sueño secreto evita que miremos al pensamiento de Expiación en nuestra mente, el cual nos dice que en realidad no ocurrió nada.

Pues antes de que pueda despertar, primero estaría obligado a recordar el primer sueño una vez más.

En alguna parte de nuestro interior reconocemos que la única manera de que podamos regresar al hogar y despertar del sueño es regresar a ese sueño secreto. Le juramos al ego y a nosotros mismos que nunca haríamos eso, porque si miramos al primer sueño con Jesús a nuestro lado, reconoceremos que no hay sueño. El sueño fue todo inventado, imaginado, no existe. No era nada, y detrás de la nada del ego se encuentra la brillante luz de la Expiación, detrás de la cual está la unidad de Dios. Aceptar la brillante luz de la Expiación es el mundo real. Los sueños felices son los peldaños que nos conducen hacia el mundo real. Nos acercan cada vez más a la Expiación. Y como dice el Curso, en el mundo real estamos un solo instante, y luego Dios se inclina hasta nosotros y nos levanta hasta Sí Mismo y todo se ha acabado (ver T.17.II.4.4-5) ((se puede ver también L.168.3.2)).

No es Dios Quien le pide un pago a él ((no es que Dios le exija pagar ese precio para poder despertar))...

Dios no cree en el sacrificio. No tenemos que sufrir. No tenemos que pagarle a Dios a cambio del despertar. Mirar al sueño secreto no tiene por qué ser doloroso. ((Si miramos con Jesús o el Espíritu Santo, o en otras palabras, con la mentalidad correcta, no habrá miedo, ni por tanto dolor, sino que simplemente nos reiremos del absurdo de haber creído que el sueño pudiera haber sido real)) 

(...), pero al haber corrido un velo sobre la verdad, él [el soñador: todos nosotros] tiene ahora que permitir el descorrimiento del velo para que se pueda ver su falta de sustancia.

Eso es el sueño feliz. El sueño feliz es mirar al sueño o pesadilla dándose cuenta de que es un simple sueño. No se debe confundir con nada externo. El sueño del mundo encubre al sueño secreto, ocultándolo. Jesús toma las experiencias que tenemos en el sueño del mundo —nuestras experiencias corporales y nuestras relaciones especiales— y las usa para enseñarnos que son simplemente símbolos y fragmentos sombríos del sueño secreto. Él nos lleva de vuelta hacia dentro ((a la mente)). Eso es lo que él hace en el Curso. Él simplemente descorre el velo que el ego corrió entre nosotros y la mente, para que ahora sí podamos mirar.

Cuando le pides ayuda a Jesús, es para eso ((descorrer el velo, volver a reconocer el sueño secreto de la mente, mirarlo con la mentalidad correcta —sin miedo— y ver su ilusoriedad)) para lo que le pides la ayuda —no para que él arregle el sueño o lo convierta en un sueño mejor, ni para hacerte a ti más feliz aquí en la ilusión. Le estás pidiendo que te ayude a descorrer el velo para que puedas mirar sin miedo lo que el sueño externo está ocultando: el sueño secreto. Cuando lo miras con el amor de Jesús junto a ti, miras más allá de él (del sueño secreto) hasta poder ver la luz de la Expiación. Pero no puedes alcanzar la luz de la Expiación, reconocer que la separación nunca ocurrió, sin antes mirar a lo que pusiste en medio para ocultarla. Tenemos muchísimo miedo de hacer eso. Por eso tenemos que hacerlo en pequeños pasos. Por eso necesitamos los amables sueños felices que poco a poco, paso a paso, nos llevan desde el estado de habernos olvidado de la mente ((mindlessness)), hasta el estado en que la recordamos.

Parte 7: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-parte-7.html

Fuente original en inglés: https://www.facim.org/online-learning-aids/excerpt-series/the-happy-dream.aspx

Índice en español (10 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-por-kenneth-wapnick.html

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