jueves, 16 de junio de 2016

Facimoutreach P-443

¿Hay alguna diferencia real entre las preferencias cotidianas y el odio racial?

P-443: En ninguna parte de Un Curso de Milagros se dice que no podamos tener preferencias. Esto es coherente con el concepto del perdón, porque aceptar una preferencia es claramente una manera de aceptar y perdonar temporalmente la percepción de los grados de ilusión. Por consiguiente, si me gustan las patatas fritas pero odio las zanahorias, no debería preocuparme por eso porque lo único que conseguiría preocupándome es darle validez a la ilusión. Yo entiendo que —de momento—  he soñado un cuerpo que necesita comida y prefiere determinados tipos de alimentos. Todo esto son simplemente órdenes de magnitud de lo ilusorio, así que simplemente hay que perdonarlo, ¿verdad? Obviamente, sentir culpa por mis gustos simplemente alimenta el ciclo de culpa/proyección/ataque. 

¿Y qué pasa si me gusta la gente blanca pero detesto a la gente de otro color? ¿O viceversa? ¿No recomendaría la teología del Curso que nos perdonemos también este tipo de percepción de diferencias? Pues no podemos decir que en este caso es "más importante". Ninguna ilusión es "más importante" que otra. No podemos decir que las personas son nuestros "hermanos" y las patatas fritas no lo son: todas ellas son sólo formas en un mundo de formas. De acuerdo que yo no debería proyectar odio ni culpa sobre las personas de ningún color. Pero tampoco debería proyectar odio ni culpa sobre los vegetales de ningún color. Ambos casos reclaman perdón, ninguno es "mayor" o "más importante" que el otro... ¿no?

Respuesta: Sí, tienes razón. No hay diferencia entre una zanahoria y un ser humano, excepto en el significado que le hemos dado a cada uno. Recuerda las primeras lecciones del Libro de ejercicios y cómo se nos pide que apliquemos la idea del día de manera indiscriminada a todo lo que haya en nuestro campo de visión o en nuestra mente, sin excluir nada (Lecciones 1, 2, 3 y 4). Se podría incluso decir, cuando se trata de vegetales, que somos más amables con los que detestamos, porque somos mucho menos propensos a comérnoslos que los que nos gustan. Pero, por supuesto, es a las personas que "amamos" a las que "canibalizamos" también, para sentirnos mejor con nosotros mismos y llenar —al menos temporalmente— el vacío emocional que sentimos en el centro de nuestro ser —de la misma forma que la comida aplaca nuestra hambre sólo durante un breve período de tiempo antes de que necesitemos ir en busca de más.

Es difícil evitar que los "juicios morales admitidos" del ego se deslicen sigilosamente en nuestra comprensión de las enseñanzas del Curso. El Curso, de hecho, no dice que no debemos odiar/detestar a nuestros hermanos, ya sean homo sapiens o zanahorias. En vez de eso, su objetivo es ayudarnos a descubrir nuestra culpa, dondequiera que se proyecte, para que pueda ser deshecha. Así que no nos interesa intentar dejar de odiar/detestar a determinadas personas ni pasar por alto los fuertes sentimientos de aversión hacia determinados vegetales, sino más bien ser honestos con nosotros mismos sobre nuestros odios para que podamos pedir ayuda para ver —no sólo a los otros sino a nosotros mismos— de una manera diferente, ya que lo que estamos observando es únicamente nuestro propio auto-odio proyectado exteriormente.

Al parecer puedo perder mi paz mental tan fácilmente con una zanahoria como con una persona que no me gusta, a la que veo como diferente de mí. Y, sin embargo, no es el otro quien me molesta o disgusta —«Nunca estoy disgustado por la razón que creo» (L.5)—, pues los demás se convierten simplemente en el chivo expiatorio al que echar la culpa por las consecuencias de la decisión que he tomado dentro de mi propia mente de verme como separado del amor, convenciéndome a mí mismo de que realmente he hecho eso (separarme del amor), acumulando la culpa y entonces buscando encontrar a alguien o algo a quien culpar por mi estado mental de infelicidad. Una zanahoria o una persona de color diferente pueden usarse con igual facilidad para ese propósito.

La distinción que haces al principio de tu pregunta es útil. Todos tenemos preferencias y eso es simplemente parte de la experiencia de vivir como un cuerpo en el mundo. Pero si las preferencias se convierten en algo cargado de inversión emocional, eso simplemente significa que les hemos dado un mayor significado a esos símbolos en particular de nuestra experiencia, de modo que ahora parecen ser la causa de nuestra insatisfacción. Pero en vez de eso, con la ayuda del Espíritu Santo, esos símbolos pueden convertirse en los espejos que nos dirigen de regreso a nuestras mentes, a la verdadera fuente de la insatisfacción, a nuestra decisión en favor del insatisfactorio y muy vacío sistema de pensamiento del ego. Y es por esa decisión por la que queremos perdonarnos, con la ayuda de Jesús o del Espíritu Santo.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions79.htm#Q443

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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