miércoles, 22 de junio de 2016

Facimoutreach P-502

¿Puedo practicar artes marciales sin sentir dolor?

P-502: Practico un arte marcial que con los años me ha causado mucho dolor. Un Curso de Milagros dice que el dolor está en la mente y que el cuerpo, al ser algo neutral, no puede sentir dolor. O sea, que mi mente proyecta sobre mi cuerpo el dolor del que sólo la mente es consciente. A pesar de todo, ¿tengo una opción? ¿No puedo elegir practicar esa actividad y no sentir dolor? ¿La razón por la que siento el dolor es que quiero castigarme a mí mismo?

Respuesta: Cada vez que experimentamos dolor relacionado con cualquier cosa del mundo, es siempre porque esa persona, cosa, acontecimiento o actividad es un símbolo proyectado de la culpa y el dolor que hay en nuestra mente. Y es nuestra mente la que ha colocado engañosamente en los símbolos externos la responsabilidad por el dolor y la culpa. Todos compartimos el mismo dolor en la mente, pero éste se va a experimentar a través de símbolos diferentes para cada uno de nosotros. Los símbolos en sí mismos nunca son la causa del dolor. Pero la creencia de que ellos son la causa es lo que mantiene al ego en marcha, haciendo real el pensamiento de la separación, pues ahora somos inconscientes de que la decisión a favor del dolor la hemos tomado en nuestra mente. Y así seguimos sin-mente, aparentemente a merced de acontecimientos y fuerzas externos a —separados de— nosotros mismos, por los cuales no tenemos ninguna responsabilidad.

Has empezado a reconocer el papel de la mente en tu propia experiencia con el arte marcial. Si deseas tener una experiencia diferente, el primer paso es identificar el propósito que le has dado (al arte marcial). ¿Por qué lo valoras? Hay una amplia gama de posibilidades, por ejemplo sentirse más poderoso, con más control, más disciplinado, más seguro, más protegido, más a tono con tu cuerpo, etc. Siempre que valoramos algo del mundo, es por motivos egoicos. Esto no lo convierte en algo malo, pero si no reconocemos las motivaciones egoicas, el ego estará en el asiento del conductor y no lo sabremos. Y eso significa que cualquier decisión que tomemos sobre las cosas del mundo que nos atraen, tendrá doble filo, es decir, que será la fuente tanto de placer como de dolor (T.19.IV.B.12.1). Para el ego, esto demuestra que la separación y el pecado son reales, que son cosas externas a nosotros que pueden afectarnos y causarnos dolor —¿pues quién elegiría para sí mismo sufrir dolor?

En cierto nivel creemos que el dolor es un castigo de Dios por nuestra persecución egoísta de nuestros propios placeres, y en un nivel inconsciente más profundo creemos que el dolor es un castigo autoinfligido para expiar por nuestro ataque sobre Dios. Sin embargo Jesús deja claro que el dolor «en realidad no es punitivo en absoluto. Pero sí es el resultado inevitable de equipararte con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor» (T.19.IV.B.12.3-4). En otras palabras, creer que estamos separados del amor es un pensamiento de limitación y de privación, que por su propia naturaleza trae dolor con él. Nuestra creencia en el dolor como castigo, ya sea de Dios o nuestro, es una cortina de humo que oculta el verdadero origen del dolor, nuestra decisión por la separación.

La clave, por tanto, no es renunciar a las expresiones externas del ego —lo cual sólo refuerza las exigencias de sacrificio del ego, otra causa aparentemente externa de dolor, el cual desearíamos atribuir a Dios— sino volvernos más conscientes de sus significados y propósitos subyacentes como símbolos del ego. Si los usamos para apoyar nuestra creencia en la separación, para reforzar nuestra aceptación del objetivo del ego en vez de los intereses compartidos, entonces inevitablemente el dolor estará asociado con ellos. Pero si estamos dispuestos a mirar nuestra inversión en el propósito del ego en favor del dolor, y nos damos cuenta de que tiene que ver con nuestros pensamientos y no con los símbolos externos, el inconsciente agarre del ego sobre nuestra toma-de-decisiones comenzará a debilitarse. Pues una vez que nos volvamos conscientes de lo que estamos eligiendo en nuestra mente y por qué, empezaremos a ver más fácilmente a través de las mentiras y engaños del ego. Y entonces podremos dar a los símbolos de nuestro mundo (como por ejemplo tu arte marcial) un propósito diferente. Entonces pueden convertirse en el aula del Espíritu Santo en la que aprendemos a deshacer nuestra culpa y a soltar nuestro dolor interno, en vez de la prisión del ego en la que seguimos reforzando nuestra culpa y aferrándonos al dolor, pero incapaces de reconocer su origen.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions88.htm#Q502

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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