miércoles, 29 de junio de 2016

Facimoutreach P-975

¿Cómo pudo la mente del ego tener la posibilidad de prevalecer?

P-975: Un Curso de Milagros dice que hay una mente del ego y una mente real —la mente del Espíritu Santo— que es parte de la Mente de Dios, en la cual se encuentra el Cielo. Lo que me confunde es lo siguiente: ¿cómo pudo conseguir la mente del ego hacernos pensar con ella en vez de con la única mente real que todos tenemos? Cuando me sucede algo horrible, intento acordarme de perdonar. Pero en vez de eso dejo salir toda mi ira, y más tarde me siento fatal por ello. Le echo la culpa a la mente inocente porque no creo que la mente mala tenga ninguna fuerza en absoluto, comparada con la mente real. Estoy seguro de que estoy malinterpretando algo. ¿Podrías aclararme esto? 

Además, no leo el Curso tanto como solía hacerlo porque siento como que ahora ya supiera todo sobre el Curso. Quiero seguir leyéndolo, pero simplemente no tengo la motivación que tenía antes para hacerlo. 

Respuesta: Aunque el lenguaje de Un Curso de Milagros a menudo suena como que tuviéramos dos mentes que están en oposición entre sí, este no es realmente el caso. De hecho, lo que tenemos son dos sistemas de pensamiento opuestos en la mente separada. Uno está inspirado en nuestra desviada ((mal situada)) culpa ontológica, la cual mantenemos firmemente plantada en este sueño de una existencia física llena de sufrimiento. El otro está inspirado por el recuerdo de nuestra realidad en el Cielo, trae perdón a este sueño y por lo tanto nos llevará gradualmente a nuestro despertar. Ninguno de los dos sistemas de pensamiento es verdadero, pues es imposible que la verdad esté dentro del sueño. Sin embargo, los sueños siempre reflejan el pensamiento del soñador. Por consiguiente, el Curso no se dirige a nosotros como el individuo que creemos ser dentro de este sueño, sino que en vez de eso se dirige a nosotros como el soñador del sueño. Podríamos visualizar a ese soñador como el tomador-de-decisiones de la mente, fuera del tiempo y del espacio. El soñador siempre está eligiendo entre la amorosa verdad del Espíritu Santo y la culpabilidad imaginaria del ego.

En realidad el ego no nos hace hacer nada. Más bien es nuestro propio tomador-de-decisiones el que elige escuchar al ego. Una vez que se toma esa decisión, el ego parece estar al mando. Pero, tal como has dicho, el ego en sí no tiene poder. El aparente poder del ego proviene sólo de nuestra propia decisión de tomarlo en serio y seguir sus dictados. Al igual que la diminuta y alocada idea de la cual olvidamos reírnos ((T.27.VIII.6.2)), el ego no es más que un diminuto y alocado sistema de pensamiento del cual continuamente nos olvidamos reírnos. Por consiguiente, el ego no tiene fuerza ni es malo. Es, repito, sólo el sistema de pensamiento de la culpabilidad —que exige castigo— al cual nos agarramos cada vez que nos asustamos (un estado en el que la mayoría de nosotros, por desgracia, vivimos la mayor parte del tiempo).

Por lo tanto, dado que en realidad todos nuestros pensamientos y comportamientos motivados por el ego no son más que reflejos de nuestro intenso miedo, sentirnos mal por haberlos elegido no resulta útil. De hecho, sentirse mal lo único que hace es aumentar la convicción de que somos culpables, que es precisamente lo que nos llevó a elegir al ego inicialmente. La manera de salir de este círculo vicioso es pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a observar nuestros pensamientos y acciones a través de Sus ojos amorosos y libres de juicio. Él nos enseñará que nuestra incapacidad para perdonar a otro es un reflejo de nuestra creencia de que nosotros mismos no podemos ser perdonados ((en otras palabras, que el "pecado" que creemos haber cometido —la separación— es imperdonable)). Y a medida que aprendemos que esto no es cierto, extenderemos cada vez más el perdón, en vez de proyectar ataque y culpa.

Ese es el proceso que Un Curso de Milagros establece para nosotros. En última instancia, este proceso es el verdadero Curso —no las páginas repletas de palabras que componen el libro. Obviamente, si el Curso es nuestro camino, deberíamos estudiarlo y aprender a entender lo que está diciendo. Pero no hay reglas con respecto a cuántas veces o con qué frecuencia deberíamos leerlo. A veces no leer el Curso es una defensa contra él, pero por otro lado, leerlo obsesivamente puede ser una defensa también. Lo importante es interiorizar su mensaje y, en cierto sentido, convertirse en el Curso. El viaje que nos conduce a lograr esto será diferente para cada uno de nosotros.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions197.htm#Q975

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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