Perdonarse a uno mismo
P-7: ¿Cómo se perdona uno a sí mismo? Tengo un amigo por correspondencia que está en prisión y es nuevo con el Curso. Está en prisión por agredir a su novia. Dice que está aprendiendo a perdonar a los demás, pero no a sí mismo. Está enfadado consigo mismo y avergonzado por haberle hecho daño. Yo puedo ver sus acciones como una "petición de amor", como un error que tiene que ser corregido, en vez de ser un pecado que tiene que ser castigado. Él no tiene dudas de que fue una víctima que se ha convertido en un agresor, y ahora sigue reviviéndolo. Yo le diría que suelte, que deje eso atrás, "hermano, elige de nuevo". Pero, ¿podría yo decirme esto a mí mismo? He estado liado con depresión la mayor parte de mi vida, y la sensación de culpa es una acompañante familiar para mí. Cuando hago una cosa mal, las acusaciones de mi ego parecen abrumadoras. Observo cuándo proyecto mi culpa sobre otros, y sé que no es útil culparme y acusarme a mí mismo cuando juzgo a los demás. ¿Pero qué pasa si de alguna manera hago realmente daño a otra persona? Podría tratar de reparar el daño y seguir adelante, pero no creo que mi ego me permitiera librarme de la culpa tan fácilmente. Parece que la única manera en que soy capaz de liberarme de la culpa es experimentando dolor durante tanto tiempo como dicte mi ego. Sé que tiene que haber "otra manera". ¿Por qué soy amable con los demás y mezquino conmigo mismo? Y para colmo de males recurro a mis adicciones para conseguir aliviar en alguna medida el dolor y la culpa... y entonces me siento culpable por haber cedido a la tentación de recurrir a la adicción. Necesito una manera de salir de esto. ¿Podemos proyectar culpa sobre nosotros mismos al igual que la proyectamos sobre los demás? Sé que llegaré a entender por qué no me amo y por qué a veces incluso me odio. Todavía estoy aprendiendo. Resulta irónico que, al igual que mi amigo en prisión está tratando de perdonarse a sí mismo, estoy en mi propia prisión tratando de hacer lo mismo.
Respuesta: Parece que, a medida que aprendemos a liberar a los demás cada vez más de las proyecciones de nuestra propia culpa, entonces nos sentimos atascados con la culpa nosotros mismos. Jesús nos dice que «al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a albergarla adentro» (T.11.IV.4.5). Sin embargo, a continuación dice: «Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre adentro y afuera» (4.6), y luego añade: «La culpa tiene que ser deshecha, no verse en otra parte» (5.3). Así que, ¿cómo hacemos eso?
La pregunta que planteas, "¿Cómo se perdona uno a sí mismo?", es una buena pregunta, aunque en realidad es la pregunta equivocada. Porque estamos todavía tan identificados con nuestros egos que no podemos perdonarnos a nosotros mismos, al menos no por nosotros mismos solos (es decir, por nuestra cuenta, lo cual es el estado del ego). Por eso necesitamos a Jesús o al Espíritu Santo, o cualquier símbolo —con el que nos sintamos cómodos— del amor y la aceptación libre de juicios, para que miren con nosotros nuestros "pecados". Necesitamos a alguien que esté fuera de nuestro sistema de pensamiento basado en la culpa y que conozca la verdad de quiénes somos realmente, alguien a quien le podamos ofrecer nuestra culpa una vez que la hemos descubierto y que hemos reconocido su propósito y su coste. Creemos que somos cuerpos que pueden hacerse daño unos a otros. Jesús sabe que somos espíritu, el Hijo inocente de Dios, quien es incapaz de atacar. Nosotros no creemos eso, y de hecho no queremos creerlo, porque todavía queremos la separación y que nuestra propia individualidad sea real. Así que el proceso del perdón tiene que entrañar la unión con alguien o algo externo a nosotros mismos, como por ejemplo Jesús, que sepa que la separación, el ataque y la culpa no son reales. Por nuestra cuenta, por definición, somos incapaces de reconocer esto.
El ego, tal como tú mismo lo estás experimentando, nos dice que tenemos que expiar nuestros pecados mediante el sufrimiento y el sacrificio. Pero eso sólo refuerza la creencia de que nuestra culpa es real y de que Dios es un Dios castigador que busca vengarse por nuestros muy reales pecados. Y entonces todos nuestros intentos de alcanzar la liberación a través de la expiación son sólo formas de magia que no abordan el verdadero problema en la mente. Tenemos que entender que el problema no es la culpa que creemos estar experimentando por nuestras transgresiones aquí en el mundo. Esos "pecados" son en realidad distracciones deliberadas, cuyo propósito es mantener nuestra atención aquí en el mundo, buscando soluciones mágicas para liberarnos de la culpa (por ejemplo, como comentabas, tratar de reparar los daños) o para evitar experimentarla (por ejemplo las adicciones, tal como comentabas). Pero estas distracciones o soluciones mágicas lo único que hacen es impedir que miremos a lo más profundo de nuestra mente hasta encontrar la fuente real de todo nuestro dolor y nuestra culpa (y del dolor y la culpa de los demás): la creencia de que no sólo nos hemos separado de nuestra amorosa Fuente —Dios—, sino que hemos estado dispuestos a matarLe, a destruir el Amor, para existir por nuestra cuenta. Sin embargo, si podemos unirnos con un reflejo de ese Amor, como por ejemplo Jesús o el Espíritu Santo, y mirar a nuestras autoacusaciones con su amorosa presencia junto a nosotros, nos daremos cuenta en algún nivel de que no hemos destruido el amor. Y con ese reconocimiento el auténtico perdón —por lo que no ha ocurrido— se hace posible, disolviendo toda culpa y liberándonos de nuestra prisión autoimpuesta. Y entonces cualquier acción o conducta, si la hay, podrá ser la más útil y sanadora en respuesta a nuestras así llamadas transgresiones contra los demás seres del mundo, y esa respuesta sanadora simplemente fluirá a través de nosotros.
Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions3.htm#Q7
Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html
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