miércoles, 1 de junio de 2016

Facimoutreach P-86

¿Por qué no podemos proyectar un mundo diferente?

P-86: Si el mundo es sólo una proyección de nuestra mente, ¿por qué entonces no podemos simplemente proyectar algo diferente cuando lo deseemos de ese modo? ¿Por qué es tan difícil cambiar las cosas en nuestras vidas?

Respuesta: Si fuéramos capaces de proyectar algo diferente en el mundo siempre que quisiéramos, eso significaría que realmente sabríamos que somos el soñador de nuestro sueño (T.27.VII) y no la figura soñada en el mundo con la que la mayoría de nosotros nos identificamos como siendo nosotros mismos (T.27.VIII). El hecho de que pocos de nosotros estemos en contacto con el poder de nuestra mente es una decisión deliberada, una defensa contra la culpa a la que asociamos con ese poder.

Muy pronto en el Texto, Jesús habla sobre nuestro miedo a la mente: «Son muy pocos los que aprecian el verdadero poder de la mente, y nadie permanece totalmente consciente de él todo el tiempo. (...) La mente es muy poderosa (...) Es difícil reconocer la oleada de poder que resulta de la combinación de pensamiento y creencia, la cual puede literalmente mover montañas. A primera vista puede parecer arrogante creer que posees tal poder, mas no es ésa la verdadera razón de que no lo creas. Prefieres creer que tus pensamientos no pueden ejercer ninguna influencia real porque de hecho tienes miedo de ellos. Eso puede mitigar la conciencia de culpabilidad, pero a costa de percibir a la mente como impotente» (T.2.VI.9.3,5,8-11).

La mente con la que no estamos en contacto —y no el ser que creemos que somos— es donde reside todo el poder para efectuar cualquier tipo de cambio. De hecho, el ser que creemos que somos es tan sólo una de las muchas proyecciones de la mente con la que no estamos en contacto  ((nota: "estar en contacto con" significa, en este contexto, "ser consciente de"; así pues, todo esto se refiere a la mente de la que no somos conscientes)). Este pequeño ser no tiene ningún poder en absoluto —es simplemente un efecto y no una causa.

Además, el verdadero poder de la mente dividida no es el poder de proyectar un mundo de la forma. Eso es sólo una defensa contra el poder de la mente para elegir —siendo la elección entre el ego y el Espíritu Santo, con sus respectivas y muy diferentes interpretaciones de la idea de la separación. Y es ese poder tomador-de-decisiones el que tememos, y nos asusta realmente entrar en contacto con él, a pesar de que la existencia separada del ego depende también de este poder: «El ingenio del ego para asegurar su propia supervivencia es enorme, mas dicho ingenio emana del mismo poder de la mente que el ego niega. (...) Pues para subsistir el ego se nutre de la única fuente que es totalmente adversa a su existencia. Temeroso de percibir el poder de esa fuente, se ve forzado a menospreciarla» (T.7.VI.3.1,5-6).

Así que para mantener ese poder de elección profundamente enterrado ((reprimido, inconsciente)), aceptamos como real el poder de nuestra mente de fabricar un mundo que sirva como un lugar en el que escondernos, y a continuación ocultamos ((reprimimos)) con igual rapidez también ese poder de nuestra conciencia. Porque si realmente supiéramos, y no sólo intelectualmente, que somos nosotros mismos quienes hemos proyectado el mundo de la forma y que somos los responsables de todo lo que vemos, el mundo ya no sería útil como la importante defensa contra la mente que hemos hecho que el mundo sea. Si vamos a ser la víctima del mundo que vemos, no debemos recordar que somos también el fabricante de ese mundo. Una vez que recordamos nuestro propio papel en la fabricación del mundo, la culpa de la mente por la decisión de separarnos y atacar ya no puede seguir siendo ocultada. Y una vez que nuestra culpa esté al descubierto, podremos mirar su irrealidad con el amor de Jesús a nuestro lado y ya no tendremos ningún interés en seguir proyectándola.

El entero propósito del Curso es ayudarnos a recordar que en realidad somos el soñador y no la figura del sueño, para que podamos mirar nuestros sueños y decidir si queremos seguir soñando o despertar. Pero la mayoría de nosotros, al no entender realmente la naturaleza y las consecuencias de la decisión de darle continuidad al sueño del ego, queremos seguir soñando —soñando lo que creemos que sería un sueño mejor, que tenga una forma diferente que pensamos que nos haría felices. No nos damos cuenta de que siempre que pensamos que sabemos lo que queremos que suceda en el mundo de la forma, tenemos que estar identificados con nuestro ego. Sólo el ego se preocupa por los asuntos de la forma y se centra en la forma, para que el contenido subyacente de odio y miedo siga oculto. Cuando tomamos al ego como nuestro maestro, nos interesa únicamente cambiar la forma, pensando que la forma es la causa de cómo nos sentimos, ignorando el contenido subyacente, el cual es la decisión de seguir al ego en vez de al Espíritu Santo. Así que, si estamos identificados con el ego, ya hemos hecho reales la culpa y el miedo en nuestra mente y nos vemos necesitados de una defensa contra eso, y esa defensa es el mundo. Y una vez más, para que esa defensa funcione en que no miremos en ninguna otra parte la causa de nuestro sufrimiento, tenemos que olvidarnos de que nosotros hicimos el mundo, de que somos el soñador de nuestro sueño. Así que el poder de proyectar una forma diferente para el mundo no es un poder con el que nos permitamos fácilmente entrar en contacto ((no es un poder del que nos permitamos fácilmente ser conscientes)), pues tan vital es su rol como una defensa inconsciente.

El objetivo del Curso no es que nos volvamos conscientes de que somos el soñador del sueño para que podamos proyectar formas diferentes en el sueño siempre que queramos. Eso no sería realmente un propósito útil. El objetivo del Curso es llevarnos a que nos giremos hacia un Maestro diferente que nos guíe en nuestro soñar, para que, con el tiempo, las decisiones que tomemos nos conduzcan a despertar. Este cambio de maestros, desde el ego al Espíritu Santo, es lo que se expresa bellamente en el siguiente pasaje: «Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. No es difícil cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador. Descansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices» (T.27.VII.14).

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions19.htm#Q86

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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