sábado, 16 de julio de 2016

Facimoutreach P-764

¿Es la belleza de esta tierra una manifestación de la creación de Dios?

P-764: ¿No está Dios en los árboles que vemos, en el sol, etc.? Estoy teniendo dificultades para descifrar las formas creadas con el espíritu de Dios en ellas, frente a las cosas fabricadas por el ego. Nuestros queridos animales, mascotas, ¿son criaturas de Dios o simplemente son formas que ha hecho el ego? Estoy profundamente comprometido con el objetivo de Un Curso de Milagros, pero cuando veo la belleza de las montañas y de los árboles me resulta difícil entender que esta belleza física no es una manifestación del espíritu en esta "tierra". ¿No dijo Dios: «Haya cielo, y tierra, y las aguas, etc.»?, lo que para mí significaría que estas cosas son de la creación, no fabricadas por el ego.

Respuesta: La Biblia enseña que Dios hizo el mundo y todo lo que hay en él, lo cual es el significado del pasaje bíblico que has citado. Un Curso de Milagros no sólo no enseña que Dios hizo el mundo, enseña que «El mundo se fabricó como un ataque contra Dios» (L.PII.Preg3.2.1, cursivas añadidas). En el Texto, Jesús hace una declaración incluso más llamativa: «No puedes ver el mundo y conocer a Dios. Sólo uno de ellos es verdad» (T.8.VI.2.2-3). Estas declaraciones, junto con muchas otras declaraciones similares, son lo que diferencia la enseñanza del Curso de la teología tradicional cristiana y de la Biblia. De hecho, son mutuamente excluyentes. Jesús no deja lugar a dudas sobre el origen del mundo y su aparente belleza: «Dios no lo creó [al mundo]. De eso puedes estar seguro» (L.152.6.2-3). El Curso enseña que la culpa por haber elegido creer que la separación de Dios es posible dio origen al mundo. El propósito del mundo es ocultarnos del imaginado castigo de un Dios lleno de ira por la decisión que tomó el Hijo. En otras palabras, el mundo es una proyección de la culpa: «El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido» (T.13.introd.2.2).

Cuando el sueño de la separación es tomado en serio, eso ocasiona que el Hijo se sienta como un vagabundo sin hogar y busque en el mundo "un hogar lejos del Hogar". Al igual que nuestros hogares están llenos de comodidades, el ego usa la capacidad de la mente para crear falsamente para infundirle al mundo belleza suficiente como para hacer tolerable —y a veces incluso agradable— la vida en el exilio. Sin embargo, debido a que el sueño es uno de separación de Dios, Dios no puede ser parte de él y es "expulsado" de la conciencia. Entonces, a fin de que este esquema de separación funcione en la mente del Hijo, la responsabilidad por haber tomado la decisión de estar separado tiene que ser negada/olvidada. La mejor forma de negación es la proyección. Así que la versión al revés que tiene el ego de esta historia es así: "Yo no elegí estar aquí, Dios me puso aquí. ¡No es culpa mía!". Esta decisión por la separación que ha ocurrido en la mente es "representada" en el relato de Adán y Eva, las criaturas "superiores" de Dios, quienes se apartan de Dios al desobedecerle. Ahora es Dios, en vez del Hijo cargado-de-culpa, el que juzga esto como un grave pecado, e inflige un severo castigo: el sufrimiento y la muerte. La vida en el "paraíso", independientemente de lo bella que pueda parecer, es ahora ensombrecida por la fatalidad de la muerte. «Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte» (T.13.introd.2.2-6). Aquí todo el mundo recibe esta sentencia de muerte. Es el justo castigo por el pecado de la desobediencia: "La paga/retribución del pecado es la muerte" (Romanos 6:23). ((Esta cita de la Biblia, aunque en otro contexto, aparece varias veces reflejada en el Curso con esta traducción: «El costo del pecado es la muerte»; por ejemplo: T.19.II.3.6; T.10.V.1.5; T.25.VII.1.6))

Jesús nos dice en el Curso que la idea/pensamiento de la separación no es un pecado, en realidad es imposible: «(...) la separación nunca ocurrió» (T.6.II.10.7). El mundo y la totalidad de la experiencia de la vida en un cuerpo es una ilusión. Dios, Quien es real, no sabe de ilusiones (no conoce las ilusiones). Si Él las conociera, sería partícipe de la pesadilla del Hijo, y por lo tanto la pesadilla sería verdadera.

Motivados por la profunda soledad y dolor que acompañan a la creencia en la separación, buscamos consuelo en las cosas bellas del mundo. Aunque tal vez hay algo de disfrute temporal al contemplarlas, ni el disfrute ni la belleza duran (no se prolongan indefinidamente), motivo por el cual ni la más grande de las bellezas del mundo es capaz en última instancia de satisfacer el ansia que sienten nuestros corazones por nuestro verdadero hogar. Nada de este mundo puede llenar el vacío dejado por la separación. De hecho, toda búsqueda termina en decepción y dolor: «Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la considera la prueba del pecado. En realidad no es punitiva en absoluto. Pero sí es el resultado inevitable de equipararte con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor» (T.19.IV.B.12.1-4). ((Toda búsqueda guiada por el ego conduce al fracaso, como ilustra esta frase varias veces repetida en el Curso: «Busca, pero no halles» (por ejemplo, T.12.V.7.1), que es el lema del ego)) Al haber puesto en práctica la hábil negación y las tácticas de evitación del ego, puede que nuestro dolor no nos resulte siempre evidente, pero un cuidadoso recuento de nuestros sentimientos más profundos revela la angustia oculta de la vida separada de Dios. Por eso se nos dice tantas veces en el Curso que prestemos atención a nuestros sentimientos y que busquemos en nuestras mentes los pensamientos de juicio. Estos se utilizan para encubrir/esconder el dolor, y la curación de la idea de la separación empieza con darnos cuenta de cuán dolorosa es. Conforme la mente es sanada, la paz que finalmente reemplaza a la angustia no depende de la belleza de una puesta de sol, ni se ve perturbada por las deslumbrantes tormentas. Esta paz es el objetivo del perdón que Jesús enseña en el Curso. Nos perdonamos por creer que podemos hallar felicidad fuera del Cielo. Sin embargo, puesto que creemos que el mundo y nuestros cuerpos son reales, avanzamos suavemente a través del proceso, disfrutando de las "bellezas de la naturaleza" hasta que descubrimos la verdadera belleza de nuestra verdad. El arte o las cosas bellas de la naturaleza pueden servir como reflejos de la mente recta cuando se toma la decisión de girarnos hacia el Espíritu Santo en vez del ego. Lo importante es disfrutar de estas cosas sin confundir la realidad y la ilusión, al pensar que podemos traer a Dios dentro de la ilusión: «No busques esto [la culminación/plenitud de Dios y Su Hijo] en el desolado mundo de las ilusiones, donde nada es seguro y todo te deja insatisfecho» (T.16.IV.9.4).

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions144.htm#Q764

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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