jueves, 7 de julio de 2016

Facimoutreach P-687

¿Cuál podría ser el mejor tipo de ministerio para un devoto del Curso?

P-687: Soy estudiante de Un Curso de Milagros desde hace un año y medio. También me dedico mucho a estudiar otras religiones, en un esfuerzo por entender mejor las demás, buscar terrenos comunes y conexiones, y así encontrar lo que sienta como más "adecuado" para mí. Me he dado cuenta de que hay un cierto número de metafísicas basadas en religiones, como por ejemplo la Ciencia Cristiana, el Nuevo Pensamiento, la Unidad ((Unity)), y la Ciencia Religiosa ((Religious Science)). Me preguntaba lo siguiente: ¿qué religión organizada veis más cercana y afín a las enseñanzas del Curso? Siento que mi propósito, o llamada, es hacia el ministerio, pero no en el sentido tradicional. ¿Podéis darme alguna sugerencia como orientación? 

Por otro lado, leo a varios autores que escriben desde la perspectiva del Curso y he tenido diversas reacciones ante sus enseñanzas. ¿Cómo puede uno estar seguro de que un profesor ((o maestro, conferenciante, autor, "gurú")), que proclama entender el Curso, tiene la interpretación correcta, dado que muchos han interpretado la Biblia de maneras opuestas?

Respuesta: Si bien, tal como tú señalas, el Curso tiene algunos principios en común con otras enseñanzas religiosas, en realidad ofrece su propia contribución singular para facilitar el logro del objetivo de cualquier verdadera enseñanza espiritual: conducirnos a lo largo del camino que nos saca del egocentrismo. Así que te sugeriríamos que puede que sea más útil entender cómo el Curso difiere de otras enseñanzas —así uno estará bien informado para tomar una decisión sobre si es éste el camino que le atrae—, en vez de mirar las semejanzas que el Curso tiene con ellas.

De modo que, por ejemplo, aunque el Curso comparte un énfasis en el perdón con otras muchas enseñanzas, incluyendo el cristianismo y las religiones metafísicas que mencionas, él define el perdón y su práctica de una manera única, basada en los principios metafísicos de que el mundo y el "yo" que pensamos que somos son ilusorios, símbolos proyectados de la culpa (L.PII.Preg1). Y aunque comparte con otros caminos la premisa subyacente de la primacía de la mente, su propósito en la comprensión del "poder" de la mente para manifestar en la forma no es acceder a ese poder con el fin de controlarlo, sino más bien para demostrar cuán dolorosos son, en última instancia, los resultados si ese poder es guiado por la creencia en la necesidad y la limitación. Y aunque el Curso comparte con otras espiritualidades (incluyendo algunas religiones orientales y enseñanzas de la Nueva Era) la premisa básica de que el mundo es una ilusión, el Curso no atribuye un propósito divino a la ilusión, y ofrece una explicación única sobre el origen del mundo —que es el resultado de una conspiración basada en el ego, promulgada en oposición a Dios, incluyendo un aparente ataque contra el amor con el fin de excluirlo de la mente y excluir a la mente de él (L.PII.Preg3).

El Curso es también único entre las espiritualidades del mundo en su mezcla de lo práctico y lo sublime, en un todo excelentemente integrado que nunca nos permite olvidarnos de hacia dónde nos dirigimos, al mismo tiempo que no nos pide que neguemos dónde creemos que estamos ((el Curso no exige ni aconseja que neguemos nuestra actual experiencia; simplemente nos enseña cómo —partiendo de ella— podemos transcenderla)). Hace esto por medio del uso de una sofisticada comprensión psicodinámica del sistema de pensamiento del ego —sirviéndose de los discernimientos/intuiciones de la psicología freudiana con su análisis de la culpa, de la negación y de la proyección tal como se desarrollan en nuestras relaciones especiales— presentada en el marco inflexible de su metafísica no-dualista, que sostiene que la idea de la separación, así como todas sus aparentes consecuencias, es una ilusión.

En respuesta a tu sentimiento de estar siendo llamado a un ministerio no-tradicional, el Curso ofrece una perspectiva relativamente única en eso también (M.introd.1). El Curso nunca propugnaría ningún papel en concreto para nosotros en el mundo, sino que más bien nos preguntaría si estamos demostrando los principios del perdón en la manera de vivir nuestras vidas, sea lo que sea lo que podamos estar haciendo. Y esta demostración no tiene nada que ver con nuestras palabras y acciones, y sí tiene todo que ver con nuestra actitud y nuestros pensamientos subyacentes. ¿Estamos eligiendo recordar en cada momento que la felicidad y la paz genuinas provienen únicamente del reconocimiento de nuestros intereses compartidos con todos nuestros hermanos, en vez de provenir de la creencia de los intereses separados y en conflicto basados en satisfacer nuestras propias necesidades? Y la manera de recordar esto es que nos volvamos atentos para vigilar todas nuestras motivaciones egoicas, para que podamos reconocerlas y luego elegir un maestro diferente —el Espíritu Santo— para que nos guíe en nuestro pensar. Y ese es el más poderoso ministerio que podemos abrazar, pues va a servir como recordatorio para todos nuestros hermanos de que esa misma decisión para la paz ((que nosotros hemos tomado en ese instante santo en el que nos hemos girado hacia el Espíritu Santo)) se encuentra también dentro de sus propias mentes.

Jesús nos invita a ser parte de su ministerio compartiendo su paz. En sus propias palabras: «No enseñes que mi muerte fue en vano. Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti» (T.11.VI.7.3-4). Y demostramos esto al reconocer que nuestra única responsabilidad es elegir el perdón. La extensión de la paz que se produce tras esta decisión no es nuestro cometido (T.16.II.1.3-5). No somos nosotros quienes extendemos la paz o quienes persuadimos a los demás para que cambien su manera de pensar. Es el Espíritu Santo el que hace eso a través de nosotros, cuando estamos disponibles para ser Sus instrumentos. Y, una vez más, nos convertimos en canales de Jesús cuando nos sacamos a nosotros mismos de en medio —cuando damos un paso al costado del camino ((L.155)), lo cual hacemos al practicar el perdón.

En cuanto a discernir a los maestros genuinos del Curso, lo que define siempre al verdadero maestro es el contenido subyacente, independientemente de la forma física en que ellos se presenten. Al igual que hemos descrito la naturaleza del verdadero ministerio estando definida, no por parámetros externos, sino por el pensamiento subyacente de perdón, también cualquier maestro auténtico del Curso estará obligado a mostrar una coherencia a lo largo de todos los niveles del pensamiento, con una voluntad de dejar el ego a un lado en cada momento y dejar que el amor y la amable sabiduría del Espíritu Santo fluyan a través de él. Puede que para nosotros esto no sea fácil de distinguir, ya que, mientras sigamos identificados con nuestros propios egos, nuestras propias proyecciones de culpa van a interferir. Pero mientras mantengamos la voluntad de reconocer nuestro propio ego, podemos confiar en que nuestra capacidad para discernir la ayuda que realmente necesitamos se volverá cada vez más accesible para nosotros (por ejemplo, T.11.V). El verdadero maestro será uno que siempre nos dirige hacia nuestro Maestro interior, sin interesarse en convertirse él mismo en nuestro maestro.

((El último párrafo de la pregunta P-890 da algunas indicaciones sobre la actitud de aprendizaje y sobre cómo distinguir entre un maestro ego-orientado y uno desinteresado))

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions126.htm#Q687

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

1 comentario:

  1. GracIas! Excelentes consejos los de Ken Wapnick. Mi agradecimIento pOr tU esfUerzo de traducción.

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