martes, 19 de julio de 2016

Facimoutreach P-785

El Curso me parece un poco desorientador comparado con mi espiritualidad anterior. ¿Qué debería hacer?

P-785: Soy bastante nuevo en Un Curso de Milagros y actualmente me encuentro en una incómoda "tierra de nadie", espiritualmente hablando. Mi anterior enfoque hacia Dios y Jesús me condujo a un considerable despertar espiritual que dio lugar a una aparentemente ilimitada espiral ascendente de paz, alegría y un profundo alejamiento del miedo, de las preocupaciones, los resentimientos, juicios y depresión, durante tres años.

Recientemente me tropecé con el Curso, y me pareció no sólo intrigante, sino resonante. Sin embargo, en el proceso de mover los muebles de lugar en mi cabeza ((debe referirse a ordenar las ideas para adaptarse a los cambios de paradigma; el proceso de cambiar de esquema mental)), eso me rompió los esquemas de mi anterior modelo para relacionarme con mi querido, dulce, inefable y hermoso Maestro. Al confrontar el hecho de que no hay interacción en esta vida (de hecho, sin Jesús o el Espíritu Santo como "realidad") me siento despojado y más que un poco confundido. ¿Eran mi paz y mi certeza de alguna manera un engaño, una falsificación, una incursión histérica en la falsa espiritualidad? Sigo comprometido únicamente a comprender qué es la Verdad, sin conformarme con algunas palabras mágicas o una fórmula que restaure mi anterior "felicidad". Sólo que estoy un poco afectado y torpe en mis esfuerzos por seguir con los siguientes pasos.

Respuesta: El Curso nos dice: «(...) enseñar [lo cual es lo mismo que aprender] es un proceso continuo» (M.introd.1.6). La palabra útil aquí es proceso. Despertar de la pesadilla de la separación es un proceso que tiene lugar en la mente, donde se toma la decisión de no elegir al ego. Esta decisión sucede gradualmente por etapas, descritas en la sección del Manual titulada "Desarrollo de la confianza" ((M.4.I.A; además, escribí un largo post comentando párrafo por párrafo esa sección, aquí: Las 6 etapas del desarrollo de la confianza)), y se expresa y se experimenta de diferentes formas compuestas de símbolos, hasta que muy al final del proceso la mente decide elegir únicamente la verdad. Tu experiencia se describe en la cuarta etapa. Entretanto, puesto que la creencia en el cuerpo aún se mantiene, tenemos necesidad de símbolos, los cuales cambian a lo largo del camino: «(...) necesitamos un programa de estudios polifacético, no porque el contenido sea diferente, sino porque los símbolos tienen que modificarse y cambiar para poder ajustarse a las diferentes necesidades» (M.23.7.5). Por lo tanto, un símbolo o forma que fue útil en una etapa del viaje puede que ya no se necesite más o que ya no sea adecuado en otro momento. Las creencias y prácticas religiosas, los personajes como Jesús o el Espíritu Santo, las palabras, Un Curso de Milagros, todos ellos son símbolos. Cuando un símbolo cambia, eso no significa que fuera falso, significa simplemente que ha cambiado. Tu experiencia, por lo tanto, no fue una falsificación; fue un paso importante en el proceso. La decisión tomada en tu mente permanece contigo cuando llegas al Curso. Nada se pierde, tal como Jesús nos asegura en el Texto: «He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia» (T.5.IV.8.3-4). Él también nos dice, en el Manual, que en el viaje hay períodos de descanso en los que el maestro de Dios disfruta de una paz razonable ((M.4.I.A.6.2)). Sin embargo hay otros pasos que dar, y «... cuando esté listo para seguir adelante, marcharán a su lado compañeros poderosos» (M.4.I.A.6.11).

Cuando la mente toma una decisión contra el ego, el contexto religioso específico en que esa decisión se ha tomado es irrelevante; de hecho, ni siquiera es necesario un contexto religioso. El efecto de la experiencia es la disminución del miedo. A medida que se eliminan las capas de miedo, la luz entra y es otra vez experimentada de alguna forma en una espiral ascendente hacia la verdad, cada paso facilitando el siguiente. Este es el suave proceso del despertar, que hace uso de los símbolos para conducirnos más allá de ellos. Aunque los símbolos no son reales, mientras estamos dormidos, «soñando con el exilio» (T.10.I.2.1), son útiles cuando se los ofrecemos al Espíritu Santo para el propósito de la sanación. En este sentido, el Curso simplifica el proceso al enseñar que todo es útil. No hay nada de lo que el ego ha hecho para apoyar la creencia en la separación que no pueda ser utilizado por el Espíritu Santo para deshacerla.

Intelectualmente podemos entender que el espíritu no tiene forma y que no existe nada externo al Cielo, pero tal como Jesús nos dice en el Texto: «Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer» (T.18.VIII.1.6-7). Por lo tanto, mientras sea mantenida la decisión en favor de un ser separado, hay la necesidad de una figura, percibida como separada del ser ((percibida como separada de uno mismo)), que represente al Ser que ha sido negado. Una relación con tal figura es muy útil. Por lo tanto, aunque el Curso enseña que en última instancia nada en la ilusión es real, Jesús nos invita a tener una relación con él. Él usa la amorosa imagen de sí mismo como un hermano mayor (T.1.II.4) que se encuentra con nosotros donde creemos que estamos y nos conduce suavemente adonde está él: «Permite que mi relación contigo sea real para ti (...). No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. (...) En el Nombre de Dios, déjame entrar y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí» (T.17.III.10.2,6,8). No hay necesidad, por tanto, de sentirse privado o "despojado" de un maestro amoroso. A través de las palabras del Curso y en cada paso de la práctica del perdón, Jesús está con nosotros representando a la parte de la mente que recuerda el Amor de Dios: «Jesús ha venido a responder a las tuyas [a tus necesidades]. En él hallarás la Respuesta de Dios. Enseña, entonces, con él, pues él está contigo; él siempre está aquí» (M.23.7.6-8). Cuando finalmente aprendemos desde nuestra experiencia (no en una comprensión meramente intelectual) que somos el Ser que Jesús simboliza, ya no nos percibiremos como separados de él ni de nadie más. Sólo entonces lo sin-forma ((o: la amorfía)) reemplazará a todo símbolo. Hasta entonces, podemos estar agradecidos de que ciertamente tenemos un hermano, un maestro y un Curso para guiarnos al sueño feliz que precede al pleno despertar: «Los ayudantes que se te proveen varían de forma, aunque ante el altar son uno solo. Más allá de cada uno de ellos se encuentra un Pensamiento de Dios, y esto jamás ha de cambiar. (...) Dale gracias a Dios por ellos, pues son quienes te conducirán de regreso a tu hogar» (C.5.1.3-4,9).

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions149.htm#Q785

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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