domingo, 17 de julio de 2016

Facimoutreach P-767

¿Puedo tener la paz de Dios pero seguir viviendo en este mundo?

P-767: ¡Quiero tener mi pastel y también comérmelo! ¿Puedo vivir en este mundo y aun así tener la paz de Dios? ¿Puedo mantener esta creación como una forma de diversión (como un entretenimiento o pasatiempo)?

Respuesta: Lo siento, no. Y la razón es simple: esto es lo que nos metió en problemas inicialmente. Tener nuestro pastel y también comérnoslo es otra manera de decir que la separación puede funcionar, que podemos tener el Cielo y el infierno, el especialismo y la paz, la individualidad y Dios, la plenitud (la totalidad) y una mente dividida. Es más, incluso una mirada fugaz al mundo nos dice que no es muy divertido. Fue hecho como un ataque contra Dios (L.PII.Preg3.2.1), y se evidencia que: «Cualquier cosa en este mundo que creas que es buena o valiosa, o que vale la pena luchar por ella, te puede hacer daño y lo hará. No porque tenga el poder de hacerlo, sino únicamente porque has negado que no es más que una ilusión. Y así, es real para ti y no es algo que no es nada. Y al percibirse como real se le abrieron las puertas al mundo de las ilusiones enfermizas» (T.26.VI.1.1-5, cursivas añadidas). En una declaración clara y simple del Texto de Un Curso de Milagros, Jesús nos dice también: «Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor» (T.19.IV.B.12.1). Sin embargo, de acuerdo con la locura del sistema de pensamiento del ego, nos hemos enseñado a nosotros mismos que en el mundo hay cosas placenteras que son preferibles al Cielo. La cosa del mundo universalmente aclamada como favorita es el especialismo, el cual, a pesar de causarnos gran desdicha y tribulación, consideramos superior a la Identidad que Dios nos dio como Su Único Hijo. Nos hemos tomado grandes dolores (literalmente) ((molestias, esfuerzos con resultados dolorosos)) para tramar ingeniosas maneras de convencernos a nosotros mismos de que hay felicidad en la ilusión. Lo que realmente encontramos en la "belleza" de algunos aspectos de la naturaleza y de algunas relaciones personales es la satisfacción de que se cumplan nuestras expectativas y de que se satisfagan nuestras necesidades personales, y la "prueba" viviente de que el mundo es real. Independientemente de lo bellas que puedan parecer ser estas cosas y relaciones, su propósito es un violento ataque contra el Hijo de Dios, en el que ellas puedan ser elegidas para sustituir al Amor del Padre. Al elegir identificarnos con el ego, y por lo tanto con el cuerpo, nos hemos alejado/apartado de Su Amor. Esto solamente puede conducir a un profundo dolor, que es tapado/ocultado por la interminable búsqueda de confort y alegría en términos del mundo. Es interminable porque nunca logra satisfacer el anhelo/nostalgia por nuestra verdadera Identidad, que se encuentra enterrada debajo de la culpa que surge al haber elegido la separación.

Por lo tanto, es un pastel amargo el que horneamos cuando buscamos sentido (significado) en el sinsentido de la ilusión. Ciertamente lo tenemos, nos lo estamos comiendo y nos ha hecho enfermar. Hemos hecho esto, al igual que los niños que se inflan demasiado de dulces y azúcar, porque estamos confundidos sobre nuestra identidad, y por lo tanto confundidos sobre el dolor y la alegría: «Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor» (T.7.X.3.6). Nuestro verdadero "pastel" es aprender que somos mentes, no cuerpos, y que el mundo no es nuestro hogar y nunca seremos felices aquí. "Comerlo" significa aceptar que somos el inocente Hijo de Dios en el hogar con Él.

Puesto que Jesús sabe que tenemos miedo de esta verdad, nos ofrece un gran consuelo: «No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición» (T.16.VI.8.1-2). En el proceso de aprendizaje no hay nada a lo que se nos obligue o que se nos imponga, pues nadie aprende verdaderamente si está bajo coacción. Nuestra curación, por lo tanto, se adapta al ritmo de nuestro miedo. Cuanto más disminuye el miedo, más aumenta la curación hasta el punto en que estemos dispuestos y nunca sin nuestro consentimiento. Las cosas que buscamos en el mundo, el miedo a perderlas y el miedo a aceptar la verdad de lo que somos, todo ello sirve al mismo propósito de mantenernos sólidamente anclados en la creencia de que la separación es real. No es un pecado comer y disfrutar el pastel del ego, pero no nos traerá la felicidad que buscamos. Cuando te sientas tentado a dejarte enredar con ello ((tentado a justificar o permitirte el capricho de comerte el amargo pastel del ego)), puede serte útil recordar que girarte hacia el Espíritu Santo es una alternativa que no te hará daño: «El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese» (T.7.X.3.1-2). La paz que Jesús promete no se encuentra en el mundo. Es la verdadera paz que se encuentra en la mente que perdona, que no depende de nuestros pasteles.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions145.htm#Q767

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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