sábado, 30 de julio de 2016

Facimoutreach P-896

Problemas para aquietar la mente

P-896: Mientras estudio Un Curso de Milagros, estoy realmente luchando al tratar de "no luchar" durante los períodos de práctica del Libro de ejercicios. En otras palabras, parece que no consigo calmar mi mente. ¿Alguna sugerencia?

Respuesta: Tu lucha se aborda en la lección 9 del Libro de ejercicios: «A la mente no entrenada le resulta difícil creer que lo que aparentemente contempla no está ahí. Esta idea puede producir gran inquietud, y toparse con gran resistencia, la cual puede manifestarse de muchas maneras» (L.9.2.1-2). Jesús nos dice aquí que, para el ego, el mensaje del Libro de ejercicios (y del Curso mismo) es preocupante. El constante parloteo de una mente ruidosa es una de las formas que toma la resistencia a su mensaje. Es la manera en que el ego insiste en que los pensamientos y experiencias del cuerpo son reales y tienen el poder de borrar de la conciencia el recuerdo de Dios. La estrategia funciona, porque en cualquier medida que se tome en serio tal ruido mental, se le da el poder de bloquear el recuerdo de Dios. Luchar por no luchar sigue siendo luchar, que es otra forma de resistencia que da poder al ruido mental.

Dado que intentar no resistirse no va a funcionar, Jesús nos da otra útil instrucción en la sección "Reglas para tomar decisiones": «(...) si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. No luches contra ti mismo» (T.30.I.1.6-7). Lo primero que hay que hacer al practicar el Libro de ejercicios, por lo tanto, es mantener la calma. Puesto que Jesús nos dice que nos resistiremos, no deberíamos sorprendernos por el ruido mental que parece entrometerse en la quietud. El ruido está diciendo: "Tengo miedo de aquietarme". Tal como has observado, luchar contra esto lo único que hace es agravar el miedo y el ruido, en una batalla aparentemente sin esperanza en la que la mente ocupada en tales ruidos es juzgada como pecaminosa y así se le otorga realidad, lo cual sirve para obstaculizar la quietud. Así que mientras tú luches el ego estará seguro. Además, pensar que esta lucha se puede ganar reforzará aún más la creencia del ego de que él está a cargo de la Expiación, lo que garantiza la continuidad de los pensamientos ruidosos. Tomar conciencia de esto es el comienzo del logro de la quietud de la mente, porque el origen y el propósito del ruidoso parloteo han sido correctamente reconocidos.

Es posible entrenar la mente para observar la invasión de pensamientos sin juzgarlos, recordándote amablemente a ti mismo: "Tengo demasiado miedo de estar tranquilo". Este amable recordatorio sin juicio suaviza la lucha. Es preferible mirar sin juicio cuánto miedo tenemos y cuánta resistencia ofrecemos, aunque sólo lo miremos por un breve instante, que dedicar largos períodos de lucha a tratar de estar en calmado silencio. En esta práctica, menos es definitivamente más. De hecho, en varios lugares del Libro de ejercicios encontramos recordatorios de que nos detengamos cada vez que sintamos cualquier tipo de tensión (ver, por ejemplo, L.12.6.4).

La mente dividida ha aprendido a olvidar de manera repetitiva y tenaz, y se requiere paciencia para desaprender eso y recordar. La paciencia, que es una de las características de los maestros de Dios (M.4.VIII), se basa en la certeza del resultado final. Así que cuando tu mente esté llena de pensamientos, puede ser útil que recuerdes que la quietud y el recuerdo de Dios permanecen inafectados por todos los «juguetes y baratijas del mundo» (L.258.1.3). El recuerdo de Dios retornará a la conciencia porque nunca salió de la mente. Cuando Jesús nos dice que recordemos que este es nuestro objetivo, él no establece un período de tiempo para lograrlo, basta con recordar durante un instante cada vez que practiquemos: «Lo único que necesitamos hacer es entrenar nuestras mentes a pasar por alto todos los objetivos triviales e insensatos, y a recordar que Dios es nuestro objetivo. Su recuerdo se encuentra oculto en nuestras mentes, eclipsado tan sólo por nuestras absurdas e insignificantes metas, que no nos deparan nada y que ni siquiera existen» (L.258.1.1-2).

(Para leer más sobre este tema, ver las preguntas P-35, P-90 y P-351).

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions178.htm#Q896

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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