lunes, 25 de julio de 2016

Facimoutreach P-854

¿Cómo puedo llegar a Dios, tal como describe la lección 41?

P-854: Vengo de unos antecedentes totalmente no religiosos y nunca me "interesé" en Dios de ninguna manera, modo o forma hasta que me "encontré" con Un Curso de Milagros (por el cual me siento agradecido). Estoy "atascado" en la lección 41, "Dios va conmigo dondequiera que yo voy". He estado haciendo esta lección diariamente alrededor de una semana debido a que el concepto me fascina en gran manera, pero a pesar de practicar diligentemente lo que esa lección describe, no he "llegado" a Dios en ningún sentido, aunque el Curso me dice que es perfectamente posible lograrlo ((L.41.8.1-7)). También dice: «El camino quedará despejado, si crees que es posible» (L.41.8.4). Quiero creer, pero ¿cómo hace uno eso?

Respuesta: Otra manera de enunciar el contenido de esta lección es: "La separación nunca ocurrió, y seguimos estando con Dios". En realidad no podemos estar en ninguna otra parte, y por eso Dios está con nosotros. Sin embargo, hay un mensaje muy importante en la primera frase del quinto párrafo: «Comprendemos que no creas nada de esto» (L.41.5.1). Con esta simple declaración, Jesús explica el "atasco" que casi todo el mundo experimenta al practicar el Libro de ejercicios. El primer objetivo de la lección, por lo tanto, es ayudarnos a darnos cuenta de que no creemos lo que dice. Por el contrario, aprendemos lo mucho que creemos al ego y lo poco que creemos al Espíritu Santo, que es uno de los objetivos importantes del Libro de ejercicios. Una parte necesaria del proceso de aprendizaje es llegar precisamente al dilema que describes: el mensaje del Curso nos inspira, pero a pesar de practicar diligentemente no parece suceder nada, aunque se nos asegura que puede lograrse. La utilidad de esta situación es que aprendamos a apreciar la intensidad de nuestra resistencia y el completo alcance de nuestra adhesión o apego al sistema de creencias del ego. Sin este claro reconocimiento, el progreso real es imposible porque el juego preferido del ego es la negación. Su vida depende de que creamos que el cuerpo es nuestra verdadera identidad, que a su vez se basa en la negación de la existencia de la mente, por no mencionar también la negación de su poder de elegir. Jesús nos dice al principio del Texto: «Son muy pocos los que aprecian el verdadero poder de la mente, y nadie permanece totalmente consciente de él todo el tiempo. No obstante, si esperas librarte del miedo [culpa, separación] hay algunas cosas que debes comprender, y comprender plenamente. La mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa» (T.2.VI.9.3-5).

Encontrar difícil experimentar a Dios contigo es una manera de entrar en contacto con la decisión en la mente de creer en la realidad de la separación e identificarse con el sistema de pensamiento del ego. Esta decisión ha hecho reales al cuerpo y al mundo en nuestra experiencia, haciendo de este modo irreal a Dios. La mente no puede mantener el pensamiento de la separación y el pensamiento de Dios al mismo tiempo. Por lo tanto, identificarse con el ego/cuerpo y con la culpa resultante de esta decisión bloquea de nuestra conciencia el recuerdo de Dios. De hecho, es un ataque sobre Dios: «Si el ego es el símbolo de la separación, es también el símbolo de la culpabilidad. La culpabilidad es más que simplemente algo ajeno a Dios. Es el símbolo del ataque contra Dios» (T.5.V.2.8-10). Cuando la culpa se va, Dios está ahí.

Renunciamos a la culpa por medio del proceso del perdón, que empieza con la voluntad de mirar al ego en nuestras vidas a la luz del principio de la proyección de la culpa. Este importante principio del Curso nos dice que todo lo que experimentamos en el mundo es el resultado de la proyección de la culpa de la mente por haber elegido estar separada e identificarse con el cuerpo. Esto significa que nada externo a nuestra mente es responsable por lo que sentimos. Aprender a mirar toda relación de esta manera requiere de una práctica paciente, porque no es la manera en que nos hemos enseñado a nosotros mismos a interpretar nuestras relaciones o nuestras experiencias en el mundo. Al hacer eso, nos enseñamos que los demás no son culpables por nuestra condición: son inocentes. Ver a los demás como inocentes es como aprendemos que nosotros también somos inocentes, lo cual despeja el camino para que recordemos que somos el Hijo de Dios y Él va con nosotros: «A menos que seas inocente no puedes conocer a Dios, Cuya Voluntad es que Lo conozcas. (...) A Dios no se Le puede conocer sin Su Hijo, cuya inocencia es la condición en la que se Le puede conocer» (T.14.IV.7.1,4).

Las intrucciones para la práctica del Libro de ejercicios no nos piden que creamos las lecciones, ni que las practiquemos perfectamente. Lo único que se nos pide es que las hagamos (L.introd.8-9). Es importante que reconozcamos honestamente que no nos las creemos, y que entonces nos perdonemos por tener miedo de la verdad del Curso. Si supiéramos realmente que Dios está con nosotros, no necesitaríamos el Libro de ejercicios, y lo que es más, tampoco el Curso. El hecho de que te has vuelto consciente de que esta verdad no es tu experiencia significa que has alcanzado uno de los objetivos importantes de las lecciones del Libro de ejercicios: apreciar el contraste entre lo que has aprendido del ego y lo que el Espíritu Santo te está enseñando en el Curso. Entonces te das cuenta de lo mucho que necesitas la ayuda del Espíritu Santo para desaprender/olvidar al ego y en su lugar aprender las lecciones del Espíritu Santo. La práctica de cada lección diaria tan sinceramente como puedas es suficiente para hacer un progreso constante, pues eso es lo único que se te pide hacer. Así es como se despeja el camino, ya que esta práctica refleja y fortalece la parte de la mente que cree en esto.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions167.htm#Q854

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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